Existen, en términos generales, dos grupos de motivos por los que nos sentimos menos que otros. Por un lado se encuentran todos aquellos relacionados con la sociedad y la cultura y por el otro los que tienen nexos con los factores internos. Considerando, por supuesto, que inclusive los factores internos se encuentran en un estado de dependencia de aquellos sociales, puesto que estos últimos limitan nuestras opciones de deseo y decisión.
En ocasiones inclusive he llegado a considerar que las sociedades occidentales (no sé las orientales) actuales han sido estructuradas sobre la imposibilidad general de sentirnos suficientes; y esto tiene mucho sentido cuando se considera que la hiperproductividad recurrente en la época actual solo puede ser realizada por aquellos que tienen hambre de completitud.
A lo largo de este artículo voy a explicarte cuáles son algunos de los factores que se relacionan con el hecho de sentirnos menos que los otros. Considerando tanto los factores sociales (presiones familiares, redes sociales, el culto al cuerpo, etc) como personales (valores objetivos, no cumplimiento de las metas, necesidad de aprobación entre otros). Ambos íntimamente relacionados y todos muy importantes.
Quizá hayas pensado ya que la raíz de todo este malestar del que hablamos es la comparación, pero esa solo es una verdad a medias y obedece en gran medida a los demás factores. Respecto a por qué sentimos “la necesidad” de compararnos… te lo explicaré en un próximo artículo ya que es un tema complejo en sí mismo.
Tabla de contenidos
FACTORES SOCIALES
Los factores sociales son sumamente relevantes no solo en lo relacionado con la comparación sino con las propias limitaciones que esas comparaciones tienen. Cuando me refiero a estos factores no estoy hablando solo de los elementos culturales de un lugar sino también de aquellos idealizados por las culturas hegemónicas gracias a las redes sociales.
Respecto a los factores por los cuales nos sentimos menos que los demás, se debe considerar que están íntimamente ligados con el efecto pigmalión, es decir que mientras mejor cumplamos con estos principios mayor será la retroalimentación social (incluyendo las oportunidades y las actitudes) y por consiguiente mejor será nuestro autoestima. Por el contrario, si no los cumplimos nuestro autoestima disminuirá y nos sentiremos, casi indefectiblemente, menos que aquellos que sí los cumplen.
NOS SENTIMOS MENOS POR LA PRESIÓN FAMILIAR
Muchas de las metas sociales no obedecen necesariamente a nuestras metas personales y aún así nos sentimos, en múltiples ocasiones, en la necesidad de cumplirlas; a veces inclusive no nos damos cuenta que aquello que consideramos que debemos hacer no se debe a un deseo individual. Algunos ejemplos de este tipo de metas son: engendrar hijos, tener un trabajo estable, adquirir cosas materiales…
Puede ser que no todos nos sintamos presionados por las cuestiones familiares pero sí es bastante probable que tú mismo hayas sido victima de dichas coacciones basadas en los valores culturales, por los cuales se establece nuestra valía según los logros obtenidos en relación con ellos. En algunas casas puede ser adquirir dinero o tener empresas propias mientras que en otras es seguir una religión específica o tener como mínimo un pregrado.
Cuando incumplimos estas metas (especialmente si es por incapacidad) nos sentimos menos que lo que piden de nosotros, y esto empeora en las situaciones familiares cuando vivimos con algún hermano o tenemos la referencia de un familiar que sí haya cumplido con los valores familiares y con los objetivos de mayor relevancia para los portantes de nuestro apellido.
Es difícil no sentirnos menos que los otros cuando muchas veces los valores familiares están basados en una lógica que sólo podía ser alcanzable de forma segura hace un par de años. Infortunadamente el hecho de haber tomado una decisión contraria a la establecida no nos libra ni de la presión familiar ni de sentirnos mal por el rechazo que nos brindan.
NOS SENTIMOS MENOS POR CULPA DE LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales, según se tiene registro, podrían haber empezado a existir en el año de 1997 con la creación de sixdegrees. Posteriormente con la popularidad del internet se fueron creando más redes, cada vez más complejas, hasta que finalmente llegamos a las redes actuales que se popularizaron más con la creación, y posterior popularización, de facebook (2004), youtube (2005) e instagram (2010). Para saber más sobre este tema te recomiendo leer este blog.
El cerebro humano (y otros) viene programado para crear esquemas, y para ello necesita comparar. Esto quiere decir que las redes sociales no son las culpables del hecho de que nos sintamos menos que los otros. Sin embargo, con el auge de ellas se aumentó sustancialmente la cantidad y la “calidad” de las personas con quienes podemos compararnos.
Nos sentimos menos que los demás en este sentido por qué ya no solo competimos con aquellos quienes están a nuestro alrededor sino también con personas que han estado trabajando todo el tiempo para venderse y para ser inalcanzables: Atletas de alto nivel, modelos del fitness, campeones de ajedrez, escritores de gran talento, etc. Si consideramos que tenemos alguna habilidad no resulta difícil encontrar a alguien quien nos supere con creces.
NOS SENTIMOS MENOS POR LA ALABANZA AL CUERPO
No es secreto para nadie que la belleza física siempre ha poseído una relevancia muy alta dentro de todas las sociedades humanas, obviamente considerando que en cada una los rasgos más atractivos son diferentes. Esto debido a que nuestro cerebro ha evolucionado para distinguir en la apariencia del otro rasgos deseables para procrear, es por ello que los atributos estéticos constituyen un objeto de deseo tanto para hombres como para mujeres.
En este sentido aquellos individuos quienes poseen un cuerpo similar al de los estándares ideales recibirán una mayor retroalimentación de ambos géneros, por otra parte si tu cuerpo dista del prototipo entonces quizá, en un caso dramático, seas rechazado directamente durante tu vida. Este caso es más común en mujeres, ya que en los hombres también parece ser muy relevante, desde la perspectiva de los otros, el éxito profesional.
Considerando esto, nos sentimos menos que los otros cuando nuestra apariencia no cumple con las metas mínimas corporales que, si bien han existido siempre, se han establecido en gran medida gracias a las redes sociales que fueron usadas por las empresas del fitness para hegemonizar la belleza y determinar estándares casi inalcanzables, a no ser que tengas una genética envidiable y mucho tiempo de entrenamiento
"...Nos sentimos menos que los demás... porque ya no solo competimos con aquellos quienes están a nuestro alrededor sino también con personas que han estado trabajando todo el tiempo para venderse y para ser inalcanzables... "
NOS SENTIMOS MENOS POR LA EDAD
La percepción social sobre la edad es mucho más relevante que la edad per se. La vejez en muchas culturas es vista como una época de poca salud y de poca utilidad, mientras que la juventud se relaciona con la belleza, la salud y la gracilidad. Las consecuencias prácticas de esto son que los segundos reciben mucho mayor acompañamiento social que los primeros, quienes tienden a ser olvidados.
Más allá de la sanidad física también se encuentran las habilidades sociales. Con el tiempo nos vamos volviendo un poco más inhábiles socialmente; mientras que la mayoría de niños hacen amigos fácilmente, la mayoría de adultos mayores de 45 o 50 años tienen una grave dificultad para hacerlo. Esto se traduce en, por si no lo has notado ya, una menor capacidad para poner a pruebas nuestras propias habilidades y valía.
Nos sentimos menos que los demás por que otros pueden hacer lo que nosotros ya no o por que directamente otras personas coetáneas a nosotros lograron cosas que no pudimos y que ya estamos “demasiado viejos/as para realizar”. Aquí se enmarcan principalmente aquellas metas personales que no pudimos llevar a cabo y que, aunque a veces cueste admitirlo, ya ni siquiera intentamos.
NOS SENTIMOS MENOS POR LA ETNIA
En este momento existe un gran revuelo y manifestaciones por las muestras de “racismo” que se dan en diferentes partes del mundo: estas se han referido principalmente a la “raza” negra. Sin embargo se debe tener en cuenta, sin que deje de ser importante, que no son los únicos, ni actualmente ni en la historia, que han sido víctimas de comportamientos xenófobos ni humillantes.
Durante la historia humana siempre se han hecho distinciones étnicas que sirven para marcar de forma clara las diferencias entre un grupo social de mejor posición dentro del orden socio-jerárquico y uno que se encuentre más abajo. Es decir que el razonamiento dentro de nuestras sociedades siempre ha sido el de la segregación de los otros grupos, deshumanizandolos para eliminar el sentimiento de culpa ante los pensamientos xenófobos.
La lógica subyacente siempre ha sido que la “raza” dominante tiene el derecho a subyugar a la otra debido a que la primera representa, o es dueña, de la belleza, la inteligencia y la cultura mientras que aquella “más baja” tiende a representar las enfermedades, la estupidez y la fealdad. Esto funciona muy bien porque hegemonizan el discurso determinando así no solo la belleza sino la cultura.
En ocasiones nos sentimos menos que los demás por que no pertenecemos a la “raza” socialmente hegemónica, es decir que no poseemos rasgos europeos o que no contamos con los logros que otros países pueden tener. Esto, sin embargo, es una trampa en la que debemos evitar caer puesto que considerarlo siquiera trae consigo el hecho de que estamos avanzando dentro de su mismo discurso.
En pocas palabras, estamos siendo auto-alienados. Estos ejemplos los he escuchado de personas afrodescendientes dentro de Colombia: “¿Por Qué tengo este cabello de esponja?, ¿Porqué tengo que tener una nariz tan grande? Si fuese blanco esto no pasaría”. Difícil no sentirnos menos que los otros cuando nuestras bases de comparación son genéticas y además se sostienen bajo la lógica de la preponderancia social.
"...En ocasiones nos sentimos menos que los demás por que no pertenecemos a la “raza” socialmente hegemónica... esto, sin embargo, es una trampa en la que debemos evitar caer puesto que considerarlo siquiera trae consigo el hecho de que estamos avanzando dentro de su mismo discurso... "
FACTORES PERSONALES
A pesar de que no está claro si son más relevantes los factores culturales que los sociales. La percepción que tengo de ello es que estamos limitados al discurso hegemónico y por consiguiente también están limitados nuestros propios deseos y los factores personales por los que nos sentimos menos que los demás. Estos son solo algunos de estos factores.
VALORES OBJETIVOS Y NO CUMPLIMIENTO DE LAS METAS
Algo que afecta en gran medida nuestra a autopercepción son nuestros propios valores objetivos, es decir, qué es lo que deseamos ser y de qué forma planeamos conseguirlo. Cada persona tiene diferentes valores que le sirven como heurísticas, o dicho de otra forma, como métodos rápidos para realizar juicios en relación tanto con la toma de decisiones como con la forma en la que los demás, y nosotros mismos, deberíamos ser y comportarnos.
Estos valores objetivos varían entre individuos dependiendo principalmente de las necesidades contextuales o los deseos individuales. Mientras que algunas personas buscan ser responsables, reconocidos socialmente o económicamente exitosos; otros buscan ser respetados, vivir en tranquilidad o simplemente enfocar su vida en la ayuda hacia los demás.
Independientemente de cuáles metas finales tengamos, lo realmente importante es que nos sentimos menos que los demás cuando otras personas pueden llevar a cabo metas que cumplan nuestros valores objetivos mientras que nosotros no. Esto puede generar el llamado síndrome del impostor, en el que consideramos que nuestro reconocimiento por parte de los otros es falso y que no merecemos estar donde estamos.
Imagina que tu meta principal es ser un gran investigador y ser reconocido, para ello debes tener ciertas cualidades como por ejemplo ser disciplinado, culto y metódico. Es normal que te sientas menos que otros cuando otros tienen estas cualidades que a ti te faltan, ya que aquí entran en juego los sesgos y los pensamientos automáticos: “jamás cumpliré mis metas por que ellos tienen esas cualidades y yo no” “todo lo que he conseguido ha sido por suerte y no lo merezco”.
LA NECESIDAD DE APROBACIÓN
Este es uno de los factores más relevantes para muchas personas a pesar de no saber que lo tienen. Las presiones familiares o sociales que te mencioné se perciben como una orden dentro de la mente de aquellos quienes consideran que la aceptación social o la pertenencia a un grupo constituyen un valor objetivo y una valorización de nosotros mismos que sólo puede ser alcanzada por medio de la relación con los demás.
Como te había dicho en el artículo sobre deseabilidad social puede ser que la búsqueda de aceptación grupal también obedezca a la posibilidad de adquirir estatus o reconocimiento. Nos sentimos menos en este punto porque aquellos a quienes consideramos inferiores pueden lograr la pertenencia que para nosotros en ocasiones es inalcanzable.
Un ejemplo de esto serían dos hermanos adolescentes que estudian en el mismo lugar y viven en la misma casa. De un momento a otro a uno de ellos se le empieza a prestar atención en ambos lugares y a tratarlo de forma amable; mientras que al otro, a pesar de no tratarle mal, lo tratan de una forma descuidada. ¿Cuál crees que tendrá menor autoestima? ¿Cual crees que se sentirá menos?.
LA ELEVADA AUTOCRÍTICA
Quien conoce un poco de mi trabajo como psicoterapeuta enfocado en la psicología cognitivo conductual sabe que el enfoque es en el aquí y el ahora. Ya que en general los temas que trabajo con mis clientes son autoestima, estrés, ansiedad y depresión; tópicos que, exceptuando el autoestima, tienen poco o nada que ver con las situaciones infantiles. Es más, estas casi nunca son relevantes para resolver un inconveniente psicológico.
Te menciono esto porque una conducta común en todos los clientes con quienes he tocado este tema es que su elevada autocrítica nace de una relación familiar exigente o en la que ellos mismos tuvieron que exigirse debido al poco acompañamiento de sus cuidadores. Parece ser que en estas familias utilizaban reforzamientos intermitentes (te explico que son en este articulo) aún sin, probablemente, saberlo.
Si el anterior es tu caso ¿sigues siendo la misma persona que eras?. Si has crecido ¿por qué tu autocrítica no ha cambiado?. Nos sentimos menos que los otros por que la elevada autocrítica nos lleva a generar un sesgo atribucional que nos impide ver de forma clara nuestros propios logros mientras que percibimos como un dogma los logros de los demás. Esto no solo nos hace sentir una menor autoestima sino que no nos deja vivir tranquilos, y es por ello mismo que debemos reevaluarlos.
CONCLUSIÓN
Espero que este artículo te haya ayudado a aclarar un poco los motivos por los cuales en ocasiones te sientes menos que los demás ya que ese es el primer paso para empezar a cambiar aquellas cosas internas que nos dificultan sentir bienestar. Cuéntame en los comentarios ¿Cuales son los factores que más te afectan cuando te comparas con otros? ¿Qué estrategias tienes para superarlos?.
Como siempre te dejo abierta la invitación a que si este tema te hace mal y ya has intentado estrategias pero ninguna ha servido entonces probablemente sea tiempo de admitir que necesitas ayuda de un profesional. No tiene nada malo y además los temas del autoestima y la autopercepción siempre son complejos debido a la cantidad de sesgos y emociones varias que se encuentran presentes.
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Whatsapp: (57) 313 7308150
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BIBLIOGRAFÍA
- Cascio, C. N., Konrath, S. H., & Falk, E. B. (2015). Narcissists’ social pain seen only in the brain. Social cognitive and affective neuroscience, 10(3), 335-341.
- Piedrahíta, V. O. (2013). Modelos estéticos hegemónicos, subalternos y/o alternativos: una perspectiva étnico-racial de clase y género. Tabula Rasa, (18), 189-211.
- Sabik, N. J. (2015). Ageism and body esteem: Associations with psychological well-being among late middle-aged African American and European American women. The Journals of Gerontology: Series B, 70(2), 189-199.
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